La microbiota tiene una gran importancia en la salud. Conocer las bacterias que contiene nuestra microbiota intestinal y saber sus funciones puede permitirnos actuar sobre ella para mejorarla y reducir los efectos patogénicos de otros microrganismos o sustancias externas.
No obstante, no es algo nuevo. Desde hace muchos años sabemos que el aporte de probióticos y prebióticos puede ofrecer beneficios para la salud intestinal.
El científico ruso-ucraniano Elie Metchnikoff (1845-1916), quien es considerado el padre del uso clínico de los probióticos y del descubrimiento de cualidades beneficiosas para la salud en la fermentación de la leche, observó que los lactobacilos transformaban la lactosa en ácido láctico, sustancia que actúa contra las bacterias patógenas.
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¿Qué son los probióticos y prebióticos?
Los probióticos son las bacterias y hongos/levaduras que aportamos mediante alimentos fermentados como son los yogures, kéfir, té kombucha, encurtidos, chucrut, kimchi, miso o incluso el tempeh. Hay que tener en cuenta que algunos alimentos fermentados no contienen probióticos ya que se eliminan como por ejemplo el pan (inactivados por calor), el vino (usando sulfitos) y la cerveza (por filtración).
Los prebióticos son alimentos o productos que no son digeridos por nosotros, pero sí por los microorganismos del tracto digestivo como son los fructooligosacáridos o inulina (los más conocidos). Estos están presentes en alimentos como las alcachofas, achicoria, bananas, ajos, puerros, espárragos… Estos alimentos contribuyen al crecimiento de las bacterias beneficiosas y estas evitan la proliferación de las patógenas.
En la Organización Mundial de Gastroenterología se puede ampliar esta información.
Microbiota y sus funciones
La composición de la microbiota es muy variada. Estos son algunas de las funciones que tienen los distintos microorganismos en nuestra microbiota intestinal.
Los microorganismos más abundantes, que constituyen entre el 60 y el 90% de la microbiota intestinal, son los Lactobacillus (en el intestino delgado), Bifidobacterium (en el intestino grueso) y Bacteroides (en ambos). Componen la llamada microbiota protectora y, junto con el mucus, tienen una importante función de barrera.
Hay otros microrganismos que constituyen la microbiota inmunomoduladora que está compuesta principalmente por Enterococcus faecalis y Escherichia coli. Constituyen entre el 10 y el 30% de la microbiota y tienen gran importancia para la inmunidad tanto localmente en el intestino como globalmente en todo el organismo.
La microbiota muconutritiva representa entre el 5 y el 10% de la microbiota y está formada por Faecalibacterium prausnitzii y Akkermansia muciniphila. De estas bacterias depende la calidad de la capa de mucus en la que se asientan los microorganismos y es fundamental para la correcta nutrición de la mucosa intestinal.
Las bacterias proteolíticas, que se alojan principalmente en el intestino grueso, representan menos del 0,001% de la microbiota y son: coli Biovare, Clostridium, Proteus, Pseudomona, Enterobacter, Citrobacter y Klebsiella entre otras. Tienen un papel metabólico importante en la digestión de las proteínas, pero pueden actuar como patógenos, especialmente cuando el resto de microbiota se encuentra disminuida.
Los hongos y las levaduras intervienen en la correcta digestión de los hidratos de carbono. Sin embargo, cuando la microbiota protectora se encuentra disminuida puede sobrecrecer provocando problemas como la candidiasis.
Microbiota: Metales pesados
Ante la importancia de descifrar las bacterias probióticas y sus funciones, recientemente un grupo de la Universidad de Jaén ha descubierto que hay presente una bacteria (Lactobacillus pentosus MP-10) en las aceitunas de mesa de cierta marca con Denominación de Origen Protegida.
Gracias a un plásmido que lleva es capaz de absorber metales pesados como el mercurio, cadmio y arsénico evitando que entre en el torrente sanguíneo y sean eliminados por las heces. Esto puede ser de vital importancia.
Imaginad las posibilidades de poder comer un pescado como el pez espada, el atún o la corvina sin la preocupación de la presencia de mercurio en ellos. Esto podría ayudar muchísimo en pacientes con permeabilidad intestinal o con dietas restrictivas en las que se eliminan estos peces de cierta longevidad ya que acumulan metales pesados.
Llevando esto a otros niveles, se podría empezar a pensar en usarlas en planes de descontaminación de terrenos como podría ser el desastre de Aznalcollar.
Se puede consultar más información del estudio de la Universidad de Jaén de la bacteria que elimina los metales pesados del intestino en la publicación científica.
Qué podría suponer para el futuro
Esto nos hace pensar mucho (más de lo que ya estábamos pensando) en los distintos grupos funcionales en las que se engloban las bacterias de la microbiota intestinal.
Ya se está viendo las que tienen funciones metabólicas, proteolíticas, inmunomoduladoras, productoras de butirato entre otras muchas, pero se nos plantea el estudiar o buscar microorganismos que sin ser directamente patógenos “per se” puedan producir metabolitos que, cuando estén sobrecrecidos, sí produzcan enfermedades o influyan en otros microorganismos que produzcan una cascada de reacciones que termine en alguna enfermedad o síndrome.
Las posibilidades de un estudio de esta envergadura y características podrían ser abrumadoras, ya que poco a poco se podrían ver las funciones de las especies de la microbiota, las interacciones entre las distintas especies y ver en un futuro las formas de modular la microbiota a fin de obtener mejoras en la salud y bienestar.
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