La enfermedad de Alzheimer, de Parkinson o la esclerosis múltiple son algunos de los trastornos neurológicos que podrían estar causados por un desajuste en la microbiota intestinal. Entender el eje microbiota-intestino-cerebro ayuda a explicar, no sólo cómo la microbiota modula el sistema inmune y gastrointestinal, sino también el sistema nervioso central (SNC).
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Relación microbiota-cerebro
Se dice que el intestino es el segundo cerebro y no es por casualidad. Ya desde edades tempranas nuestra microbiota juega un papel importante en el neurodesarrollo cerebral. Éstas alteraciones en la microbiota pueden reflejarse después, en edades posteriores, en la percepción del dolor, la reacción al estrés, la neuroquímica y otras alteraciones de este eje intestino-cerebro.
El concepto eje intestino-cerebro surge a través de observaciones de científicos de la talla de Darwin, Beaumont o Cannon a finales del siglo XIX, principios del XX. Hoy, y tras el conocimiento de la importancia de la microbiota en la promoción de la salud, el eje se ha ampliado a eje microbiota-intestino-cerebro.
Eje microbiota-intestino-cerebro
El eje microbiota-intestino-cerebro está formado por la microbiota, el sistema nervioso entérico, el sistema nervioso autónomo, el sistema neuroendocrino, el sistema neuroinmune y el sistema nervioso central, siendo el sistema nervioso entérico el encargado del funcionamiento básico gastrointestinal y del control central de las funciones del intestino.
Lo característico de este eje es que conforma un sistema de comunicación neurohumoral bidireccional: la microbiota intestinal afecta al comportamiento humano y, a su vez, estas alteraciones en el comportamiento producen cambios en la microbiota. Pero… ¿cómo ocurre?
Está demostrado que en enfermedades como la encefalopatía hepática, el autismo, la ansiedad o el colon irritable existe una disbiosis, alteración de la microbiota intestinal, que genera cambios en la motilidad gastrointestinal, afecta a las secreciones y produce una hipersensibilidad visceral.
En estos casos, se ve afectada la liberación de neurotransmisores, ya que la microbiota también participa en la generación de GABA, del factor neurotrófico derivado del cerebro, de la serotonina y de otras moléculas necesarias para el correcto funcionamiento del sistema nervioso central.
Esto podría justificar la aparición de enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple, el trastorno por déficit de atención o hiperactividad, la enfermedad de Parkinson o incluso la enfermedad de Alzheimer.
Estudios sobre la enfermedad de Alzheimer
La conexión cerebro-intestino ha llevado a investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins Medicine a hallar una evidencia: el párkinson se origina en las células del intestino y viaja a través de las neuronas del cuerpo hasta el cerebro.
Este nuevo estudio se basa en las observaciones realizadas en 2003 por Heiko Braak. Este neuroanatomista alemán mostró que las personas con enfermedad de Parkinson también tenían acumulaciones de la proteína alfa-sinucleína, que controla el intestino, en partes del sistema nervioso central.
Los hallazgos de la investigación ofrecen un modelo para estudiar la progresión de la enfermedad de Parkinson desde el principio.
Posible solución de enfermedades neurodegenerativas
Nuestra microbiota intestinal, compuesta por miles de millones de bacterias, va cambiando en función de nuestra dieta, hábitos individuales o fármacos que ingerimos. Por eso, con su estudio se pueden abrir nuevas líneas de investigación y establecer futuras estrategias terapéuticas para luchar contra estos trastornos y enfermedades fundamentadas, por ejemplo, en probióticos como B. fragilis.